El mercado del vino es uno de los más diversificados, con una oferta extraordinariamente amplia tanto en términos de bodegas, variedades, marcas, regiones productoras y estilos de vinos.
Por esto, llegar al consumidor es uno de los mayores desafíos para los productores.
Entre los encuestados a nivel país, a la hora de probar un nuevo vino, los consumidores tienen antes que nada en cuenta la recomendación, de amigos o expertos, para aventurarse con un producto (37,8%).
En segundo término tienen en cuenta el precio (19,4%), y en tercer lugar el reconocimiento de la bodega o la marca (17,8%).
En cambio, la variedad o la región de origen no presenta tanta relevancia para quienes quieren probar algo nuevo (14,3%) y el aspecto de la etiqueta es importante solo para 10,7% de los encuestados.
La recomendación puede entenderse como un sinónimo de seguridad del consumidor en su elección, explicó Stg.
Otro aspecto de las conclusiones derivadas de este nuevo estudio: quienes consumen vino con cierta frecuencia declaran no ser entendidos ni saber mucho del tema.
Hay aquí un reconocimiento de la complejidad de la oferta en este mercado y la necesidad de reducir riesgos a la hora de elegir.
Un 38,9% de los encuestados afirma tomar vino con frecuencia pero no conocer mucho del tema, 21,4% tomar regularmente pero tampoco dice ser un entendido y sólo 15,7% afirma tener un cierto conocimiento de variedades y cepas.
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