La propuesta del experiodista francés Antoine Ronan Raux y Pablo Alemán busca "hacer la mejor pizza del barrio acompañada por unos ricos vinos y tragos típicos".
En el primer piso, donde los colores, el estilo de las mesas, sillas, una tevé y un juego de ajedrez continúan la estética de los años 80, hay lugar para comer y para eventos.
La pizza lleva un proceso de fermentación lenta: la masa descansa en frio de 48 a 72 horas, y luego resulta en una base crocante que va a permitir elegir entre unas quince variedades.
Entre ellas, la clásica Margarita, una de mortadela con straciatella y lluvia de pistachos, la tres quesos con ralladura de limón y la "picante", con un aderezo secreto.
Otra de las sorpresas del lugar, es que hay maridajes con vinos de bodegas boutique argentinas.
Mientras los clientes miran el fuego del inmenso horno romano, pueden pedir un trago clásico, conversar con los dueños y, luego de lo salado, pedir el dulce de membrillo con straciatella, pimienta y oliva.
Otra de las sorpresas del lugar, es que hay maridajes con vinos de bodegas boutique argentinas.
Mientras los clientes miran el fuego del inmenso horno romano, pueden pedir un trago clásico, conversar con los dueños y, luego de lo salado, pedir el dulce de membrillo con straciatella, pimienta y oliva.
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