El local, de grandes dimensiones, posee espacios diferentes, cada uno con su propia personalidad, que permiten disfrutar de diversas experiencias.
En la gran barra que funciona como centro neurálgico del primer nivel de Costa, un equipo de bartenders prepara cócteles mientras llegan los platos de la cocina.
Arriba, una segunda barra, desde un costado del espacio, incentiva la circulación del nivel pensado como boliche.
La coctelería, uno de los distintivos del lugar, busca reflejar el espíritu de Costa y armonizar la carta de cocina mediterránea desarrollada por Bargero.
Los cócteles están pensados para ser refrescantes, sin demasiada graduación alcohólica, invitando a pasar una buena noche en la que la potencia de las bebidas no determine el tiempo de estadía.
Bargero diseñó una carta que ofrece snacks, tapas y platos chicos, como los buñuelos de calamar, los ribs de pacú, los croquedones de jamón crudo, los pintxos de pesca de mar, las ostras frescas, las gambas al ajillo, el pulpo ahumado o la tortilla de papas y crudo de langostinos.
Y platos a las brasas, como las mollejas, el ojo de bife con hueso y las piezas de pescado enteras, acompañados por diferentes vegetales de temporada; o las paellas de arroces melosos, de las que hay seis versiones distintas con pesca de río, pesca de mar, mariscos, bife, pato y hongos.
Entre los postres se destacan la torta vasca de dulce de leche y el arroz con leche y helado de chocolate blanco.
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