viernes, 13 de julio de 2018

Viña Las Perdices: una historia de familia, cultura y trabajo

Viña Las Perdices es un emprendimiento familiar, asociado a una comunidad de 16 familias, que viven en la bodega de Agrelo, Mendoza.
Este emprendimiento fue desarrollado por Juan Muñoz López y sus hermanos, su esposa Rosario y sus hijos Nicolás, Estela y Juan Carlos.
Muñoz Lopez, hoy presidente y winemaker de Viña Las Perdices, llegó a la Argentina en 1952 desde Andalucía, se instaló en Mendoza en 1954 y en 1958 comenzó con el cultivo de vides. 
Durante los primeros 20 años se dedicaron a comercializar uvas. 
En 1977 construyeron la primera bodega en Vistalba, y hasta 2003 elaboró vinos de viñedos propios en Agrelo, a granel, sin una marca propia. 
En 2004 construyó Viña Las Perdices en la finca de Agrelo y los primeros vinos en 2006. 
Con 90 hectáreas de viñedos, en la finca de Agrelo viven 16 familias, constituyendo una pequeña comunidad de 65 personas, entre grandes y chicos. 
"Comparando con la pampa húmeda, en la cual la mecanización del cultivo de grandes extensiones ha ocasionado migraciones hacia los cinturones de las grandes ciudades con la consecuente pérdida del aprendizaje de los oficios de sus padres, en nuestra tierra se destaca el traspaso de conocimientos y contagio de la cultura del trabajo en el entorno del campo y naturaleza dada por nuestras vides", afirma Nicolás Muñoz, gerente administrativo de Viña Las Perdices.
Los primeros que llegaron a trabajar a la finca lo hicieron a principios de los 80; y el último fue hace dos años. 
A estas familias, Viña Las Perdices les ofrece trabajo permanente y continuo todo el año, vivienda y servicios sin cargo -energía, agua corriente, recolección de residuos-. 
La bodega se encarga del mantenimiento de calles vecinales y caminos consolidados para permitir el ingreso cuatro veces al día de la línea de colectivo que utilizan los chicos para ir a la escuela. 
“Las personas viven en un espacio que se asemeja a un barrio; tienen contención y resguardo gracias a esta forma de vida entre viñedos; no tienen que utilizar las rutas provinciales o caminos para ir al trabajo, ahorran ese tiempo para ocio propio o para compartirlo con sus seres queridos; en el caso de los chicos, ven trabajar a sus padres, comparten con ellos almuerzo y cena: cuando terminan sus estudios ya tienen una idea sobre los oficios y pueden evaluar si les agrada aprender y continuar ese camino; éste es un breve resumen de nuestro pequeño aporte de Responsabilidad Social Empresaria", finaliza Nicolás.
La bodega le da empleo a un total de 50 personas en planta; 20 personas trabajan en producción de viñedo, realizando las tareas culturales, según la estación; y otras 10 personas, en bodega y depósito.
“En una industria que acostumbra a trabajar con empleados eventuales para las cosechas, el trabajo con personal permanente es algo poco habitual; en Viña Las Perdices consideramos de altísima importancia poder contar con la misma gente año tras año, con todo lo que eso implica a nivel capacitación, fidelización y la impronta artesanal”, explica Juan Carlos Muñoz.

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