viernes, 24 de junio de 2022

Eolo Malbec 2019, nacido de un viñedo centenario con la sabiduría del tiempo

Bodega Trivento lanza en septiembre al mercado una nueva añada de su vino ícono luego de tres años de guarda en bodega: Eolo Malbec 2019, nacido de un viñedo centenario en Luján de Cuyo, Mendoza.
La cosecha 2019 es la expresión del centenario viñedo de cuatro hectáreas en un terreno elevado sobre la vera norte del río Mendoza, a 983 m.s.n.m., destinado especialmente para esta etiqueta. 
Según Germán Di Césare, director enológico de Trivento, "la cosecha 2019 es el esperado desenlace de un año de trabajo que, acompañado por las benevolencias del clima, refleja equilibrio y delicadeza".
Envasado en noviembre de 2020, en cada una de 10.500 botellas se observa un color rojo violáceo y brillante con reflejos azulados que expresan una delicada combinación de frutos rojos, como frambuesa y cereza, y notas florales como violetas; de taninos sedosos y fluidos, tiene un final largo y lineal.
El crítico de vinos estadounidense James Suckling lo calificó con 95 puntos; mismo puntaje que le otorgó Tim Atkin, Master of Wine.
El viñedo Eolo fue plantado en 1912 y las antiguas vides se irrigan mediante el método ancestral de acequias y surcos con agua del río Mendoza, alimentado por el deshielo de la Cordillera de Los Andes.
Con 5.550 plantas por hectárea, el balance es la característica natural del viñedo que, debido a su antigüedad, tiene un rendimiento promedio de 1,18 kilos por planta.
Basados en estudios geológicos, Di Cesare, junto al ingeniero agrónomo Matías Casagrande, trazó un mapa de los perfiles de suelo que describe al centenario viñedo Eolo. 
El blend de parcelas de Malbec, fiel representante del terroir de Luján de Cuyo, está compuesto por 35% de suelo pedregoso calcáreo, 32% de limo arcilloso, 20% con limo arenoso y 13% de suelo mixto.
"El justo balance climático que distinguió al ciclo 2018-2019 imprimió características singulares en el vino", enfatiza Casagrande. 
Con un típico invierno seco y frío, seguido de una primavera fresca y algo más húmeda, sin episodios de heladas tardías que pudieran afectar la brotación de las vides, todo complotó a favor de Eolo. 
El periodo estival se caracterizó por su frescura, con temperaturas de entre 19 y 36°C; y no se registraron grandes tormentas de verano ni granizo, que aseguró la sanidad de las plantas.
El ciclo finalizó con un largo y húmedo otoño de días cálidos y noches frescas, que prolongó la madurez de las uvas y permitió el equilibrio de todos los componentes de la baya.
La cosecha manual de la uva comenzó el 25 de marzo de 2019 y se realizó en siete etapas definidas por el seguimiento preciso de la madurez de las bayas de cada parcela. 
Al llegar a la bodega los pequeños racimos, y luego los granos, se seleccionaron también en forma manual, para recibir una molienda suave y así comenzar su lenta transformación en vino.
Una vez finalizadas las etapas de fermentación alcohólica y maloláctica, el vino se mudó para su próxima fase, la crianza en roble francés durante 18 meses. 
El 50% se mantuvo en barricas de tostado medio, mientras que la otra mitad reposó en fudres de tercer uso. 
Durante la crianza, Di Cesare buscó el equilibrado aporte del roble en términos aromáticos y de estructura tánica; por eso, sólo una porción, algo más de 15%, son barricas de primer uso.
"Buscamos respetar la expresión del viñedo definido por su antigüedad y por los perfiles de la superficie, a su vez la personalidad del vino es signada por la añada", explica Di Césare. 
Y añade: "Eolo tiene las ventajas únicas de su suelo y su viñedo centenario, lo que nos exige tener una delicadeza muy especial".
"Con el paso de los años profundizamos en la interpretación de este terruño que se ve plasmado en su identidad", concluyó.

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