miércoles, 5 de febrero de 2020

Bodega del Fin del Mundo busca afianzarse como referente de la Patagonia

Bodega del Fin del Mundo -liderada por Juliana Del Aguila Eurnekian, sobrina del empresario Eduardo Eurnekian- puso en marcha un plan para consolidarse como la mayor bodega de la Patagonia y una de las principales productoras de vinos de calidad a nivel internacional.
Durante esta fase, la bodega se concentrará en fortalecer su nuevo posicionamiento de marca, redefinir su historia como bodega familiar e impulsar el negocio encarando un ambicioso proyecto comercial para crecer en la Argentina y conquistar nuevos mercados en el mundo.
Con un nuevo perfil organizacional, al equipo con management profesional se incorporó Ricardo Rebelo -ejecutivo con 25 años de trayectoria en el negocio bodeguero internacional- como nuevo CEO y miembro del Directorio y Santiago Bernasconi en la Dirección Comercial.
El recorrido de la familia Eurnekian en el ámbito vitivinícola tuvo su origen en 2006 con la adquisición y plantación de 400 hectáreas de viñedos al pie de la Monte de Ararat, a 70 kilómentros de la ciudad de Ereván, al oeste de Armenia.
En la cuna de la vitivinicultura más antigua, con más de 6.200 años elaborando vinos, la familia Eurnekian construyó Bodega Karas con una capacidad de elaboración de 2,5 millones de litros anuales y se convirtió en el mayor productor de vinos de calidad de ese país bajo la marca Karas Wines y pionero en el renacimiento del vino en Armenia.
"Hablar de la historia vitivinícola de Armenia es remontarnos a los orígenes del mundo del vino", dice Juliana Del Aguila Eurnekian, quien explicó que "Karas en armenio significa ánfora, donde hace más de 6200 años se comenzó a fermentar uva para transformarla en vino en Armenia".
Según la empresaria, "con Bodega Karas hicimos una revolución en el mundo del vino; durante los tiempos soviéticos, Armenia había perdido su cultura vínica; lo que hicimos fue recuperarla y salir a contarle al mundo la historia de Armenia a través de nuestros vinos".
"Tanto en Armenia como en la Patagonia aún esta todo por hacer", sostiene Del Aguila Eurnekian, quien agrega que su misión "es unir el pasado y el futuro del vino, el principio del mundo con el fin del mundo".
Bodega del Fin del Mundo posee 850 hectáreas de viñedos con variedades patagónicas como Malbec, Pinot Noir, Merlot, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Syrah y Chardonnay en San Patricio del Chañar, terruño del Nuevo Mundo con sólo 20 años en la provincia de Neuquén.
Sus fincas abarcan la mayor extensión de plantaciones que existe en la región; y, en lo enológico, los análisis de suelos y realización de calicatas para determinar las mejores parcelas para cada variedad están a cargo del enólogo Ricardo Galante.
"El propósito es forjar una identidad que represente a la familia Eurnekian, definiendo un nuevo estilo en cada una de las líneas de vinos de Bodega del Fin del Mundo, reflejando la identidad del lugar", dice Rebelo.
La bodega está equipada con tecnología de punta y tiene una capacidad de producción anual de nueve millones de litros, con la facultad para cubrir mercados orientados al volumen o enfocarse en partidas limitadas para nichos específicos de público; y productos que van desde $200 hasta $2.500.
Además del desarrollo de sus marcas Fin del Mundo, la Poderosa y Postales, la bodega prevé nuevos lanzamientos, estilos enológicos junto a cambios de etiquetas acordes a su nueva imagen, mientras se transita la búsqueda del vino ícono de la familia Eurnekian.
"Siete botellas de nuestros vinos de Argentina y Armenia se venden por minuto alrededor del mundo", resalta Del Aguila Eurnekian, quien agrega: "Armenia me robó el corazón y allí me enamoré del vino y de esta industria".

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